Cuando un grupo de niños o adolescentes se embarca en su viaje de fin de curso, se lleva mucho más que una maleta cargada de ropa. En esa mochila invisible viajan también las emociones: la ilusión, la nostalgia, la inseguridad, la euforia o incluso la tristeza. Por eso, gestionar las emociones durante los viajes de grupo es una de las tareas más importantes —y menos visibles— que realizan los monitores de Colectivo Tándem.
Detrás de cada actividad, de cada excursión o dinámica de equipo, hay un acompañamiento emocional constante. Porque un viaje de grupo no solo es una aventura para disfrutar, sino también una experiencia educativa y vital que deja huella.
El viaje de fin de curso: un cóctel emocional
Antes de subir al autobús, los chavales viven una mezcla de sensaciones difícil de contener. Algunos están eufóricos, otros nerviosos; los hay que cuentan los días con ilusión y los que disimulan el miedo a lo desconocido.
Para muchos, es la primera vez que duermen fuera de casa durante varios días. Se enfrentan a una nueva convivencia, lejos de la familia, con profesores y compañeros. Y eso, inevitablemente, despierta emociones de todo tipo. Y a veces el reconocer la emoción no es fácil. De ahí la importancia de trabajar con los chavales el saber reconocerlas, aquí os dejamos una lectura al respecto.
Ahí entra en juego la figura del monitor. En Colectivo Tándem lo sabemos bien: el éxito de un viaje no depende solo de las actividades, sino del acompañamiento emocional que reciben los participantes.
El papel del monitor: mucho más que animar
Nuestros monitores no solo organizan juegos o se encargan de que todo funcione según el horario previsto. Su labor va mucho más allá. Son observadores atentos, mediadores en conflictos, modelos de comportamiento y, sobre todo, una presencia cercana y segura para los niños.
Saben leer lo que no se dice, captar una mirada triste o una actitud retraída, ofrecer una palabra de aliento en el momento justo o proponer una risa cuando hace falta soltar tensión.
Por eso decimos que gestionar las emociones durante los viajes de grupo es casi un arte: requiere empatía, intuición y formación, pero también una gran dosis de humanidad.
Escucha activa: la base de todo acompañamiento
Uno de los pilares de nuestra forma de trabajar es la escucha activa. No se trata solo de oír lo que los niños dicen, sino de atender cómo lo dicen.
Un monitor que practica la escucha activa:
- Se interesa de verdad por lo que el niño siente.
- Valida sus emociones (“entiendo que estés enfadado”, “es normal que te sientas así”).
- No juzga ni ridiculiza las expresiones emocionales.
- Ofrece alternativas constructivas (“¿qué te parece si lo hablamos?”, “vamos a intentar otra forma”).
Esa actitud crea confianza. Los chavales perciben que sus emociones importan, y eso reduce tensiones, mejora la convivencia y fomenta el respeto mutuo.
Gestionar emociones no siempre es fácil
Durante los viajes de grupo surgen inevitables altibajos. A veces es el cansancio, otras un malentendido entre compañeros, o simplemente un día en el que alguien se siente fuera de lugar.
Gestionar emociones negativas —como la frustración, la tristeza o el enfado— requiere paciencia y sensibilidad. Nuestros monitores aplican herramientas como:
- El refuerzo positivo, para reconocer avances y conductas adecuadas.
- La mediación emocional, cuando hay conflictos o roces.
- La empatía práctica, poniéndose en el lugar del niño sin perder la autoridad.
Y algo esencial: saben cuándo intervenir y cuándo dejar espacio para que los propios chavales gestionen sus emociones, aprendiendo de la experiencia.
Refuerzo positivo: enseñar desde la confianza
En Colectivo Tándem trabajamos con la filosofía de que cada viaje es también una oportunidad para el progreso personal. Por eso, en lugar de centrarnos en los errores, reforzamos los logros.
Un “¡lo has hecho genial!” o un “me gusta cómo has ayudado a tu compañero” puede tener más impacto que cualquier corrección. El refuerzo positivo no solo mejora el clima del grupo, sino que fortalece la autoestima de los participantes.
Además, fomenta un entorno de confianza donde cada uno se siente valorado por lo que aporta.
La gestión emocional en los distintos momentos del viaje
Cada etapa del viaje tiene su propio tono emocional.
1. Antes de partir: los nervios y las expectativas
Los días previos están llenos de emoción y ansiedad. Los monitores ayudan a canalizar esa energía con dinámicas previas, explicaciones claras y mensajes de calma.
2. Durante el viaje: la convivencia real
Es la fase más intensa. Aparecen amistades nuevas, roces, cansancio… Aquí es donde la gestión emocional se vuelve clave. Los monitores observan, median, equilibran y animan para mantener un clima positivo.
3. Al final: la nostalgia del regreso
El último día es una mezcla de orgullo y melancolía. Los chavales sienten que algo se termina. Los monitores aprovechan ese momento para reforzar la idea de crecimiento: “mira todo lo que has vivido”, “fíjate en cuánto has aprendido”.
Así se cierra el viaje con una sensación de logro y madurez.
Educar también es acompañar emocionalmente
En Colectivo Tándem creemos que educar no es solo enseñar, sino acompañar. Los viajes de grupo son una extensión natural del aula: un espacio donde se aprende a convivir, a compartir y a reconocer emociones.
Por eso nuestros monitores no son simples animadores, sino educadores en valores. A través de la convivencia, el trabajo en equipo y la empatía, ayudan a los niños a comprenderse a sí mismos y a los demás.
Tips para gestionar emociones en grupo
Si eres profesor o padre y te enfrentas a la organización de un viaje, aquí van algunas recomendaciones que aplicamos con éxito en Colectivo Tándem:
- Preparar emocionalmente antes del viaje.
Dedica un tiempo a hablar sobre lo que se van a encontrar, las normas básicas y cómo actuar si algo les incomoda. - Normalizar las emociones.
Decir que es normal tener miedo o sentirse cansado ayuda a los niños a aceptar lo que sienten. - Reforzar la cooperación.
Diseña actividades donde deban apoyarse entre sí, no competir. - Fomentar la autonomía.
Deja que se organicen, que tomen pequeñas decisiones, que se sientan responsables. - Celebrar los logros.
Al final del viaje, haz un balance positivo. Que cada uno comparta algo que haya aprendido o disfrutado.
La diferencia Tándem: nuestra forma de cuidar
Lo que nos distingue en Colectivo Tándem no es solo la organización impecable o la calidad de los alojamientos. Lo que realmente marca la diferencia es la parte humana de los viajes.
Nuestros monitores están formados en educación emocional, comunicación asertiva y gestión de grupos. Pero, sobre todo, son personas que creen en lo que hacen. Que entienden que un viaje puede transformar la mirada de un niño, fortalecer un grupo y sembrar recuerdos que durarán toda la vida.
Por eso, cuando hablamos de gestionar las emociones durante los viajes de grupo, no nos referimos solo a evitar conflictos, sino a construir experiencias humanas donde cada participante se sienta visto, escuchado y valorado.
Si quieres conocernos un poco más aquí te dejamos un enlace a otro artículo de nuestro blog