EL ARTE DE EMPEZAR DE NUEVO: PROPÓSITOS PARA EL CURSO ESCOLAR

El inicio de septiembre trae consigo una sensación de página en blanco. La vuelta a las aulas, las agendas recién estrenadas y las ganas de poner orden en la rutina son señales de que todo empieza otra vez. Por eso hablamos de El arte de empezar de nuevo: propósitos para el curso escolar, porque cada comienzo es una oportunidad de ajustar lo que no funcionó, de probar nuevas formas de organizarnos y de recuperar la motivación. Tanto si eres profesor como si eres estudiante, esta etapa puede vivirse con energía y equilibrio, siempre que nos demos permiso para empezar sin exigirnos perfección desde el primer día.

Por qué septiembre huele siempre a comienzos

A diferencia de enero, donde los propósitos suelen quedarse en buenas intenciones, el inicio del curso tiene algo especial: una mezcla de nervios, ilusión y un poco de incertidumbre. Es el momento de estrenar cuadernos, de volver a ver a los compañeros o de conocer alumnos nuevos. Pero también de reorganizar horarios, recuperar rutinas de estudio y prepararse para un ritmo más intenso.

Los propósitos para el curso escolar no deberían vivirse como una lista interminable de tareas, sino como un pequeño mapa que nos guíe. Lo importante no es cumplir todo al pie de la letra, sino avanzar hacia un curso más equilibrado, en el que aprendamos sin perder de vista la motivación ni el bienestar.

Propósitos realistas: la clave para no abandonar

Cuando pensamos en propósitos, a menudo caemos en la trampa de ser demasiado ambiciosos: “este curso voy a sacar sobresalientes en todo”, “voy a preparar clases perfectas”, “no voy a dejar nada para el último día”. La realidad es que, al poco tiempo, la exigencia se convierte en frustración.

La clave está en plantear metas realistas y alcanzables. En lugar de querer hacerlo todo perfecto, piensa: ¿qué pequeño cambio puede mejorar mi día a día? Quizá sea organizar la agenda de forma más clara, dedicar diez minutos a planificar antes de dormir o simplemente recordar que no pasa nada por pedir ayuda.

Sobre una mesa se ve un cuaderno y una agenda cerradas y coloridas

Organiza tu agenda, pero con flexibilidad

La agenda es una gran aliada al empezar un curso. Tanto alumnos como profesores necesitan un lugar donde anotar plazos, exámenes, reuniones o entregas. Pero ojo: una agenda demasiado rígida puede convertirse en enemiga.

La propuesta es usarla como un mapa de orientación, no como un contrato inquebrantable. Deja huecos para imprevistos, porque los habrá, y evita llenar cada minuto del día. El equilibrio no está en hacer más, sino en priorizar lo importante.

Propósitos que suman sin agobiar

Para vivir un curso con energía y sin estrés, aquí tienes algunos propósitos prácticos y fáciles de aplicar:

1. Empieza cada día con una intención clara

En lugar de cargar la mente con veinte pendientes, elige una cosa importante y hazla primero. Esa sensación de logro inicial te dará impulso para el resto del día.

2. Reserva tiempo de descanso

Los descansos no son pérdidas de tiempo: son inversión en concentración y salud mental. Establecer pequeñas pausas mejora la productividad.

3. Busca un equilibrio entre estudio/trabajo y vida personal

El curso es exigente, pero también es un año de experiencias, de amigos y de momentos personales. El verdadero éxito está en no perder de vista el equilibrio.

4. Practica la gratitud

Algo tan sencillo como apuntar al final del día tres cosas buenas que han pasado ayuda a mantener una mentalidad positiva incluso en las semanas más duras.

Sobre un fondo verde desenfocado, se ve una mano que sostiene una flor silvestre de colore amarilla

5. Aprende a decir no

Profesores y estudiantes suelen llenarse de compromisos. Elegir cuáles realmente aportan valor y rechazar el resto es parte del arte de empezar de nuevo.

El papel de los profesores: guías en este nuevo comienzo

Para los docentes, septiembre es también un reto. No solo tienen que organizar temarios, preparar materiales y ajustar programas, sino que además cargan con la misión de motivar. En Colectivo Tándem lo sabemos bien: acompañar a grupos en actividades y viajes escolares es siempre un ejercicio de pedagogía y equilibrio emocional.

Un profesor motivado transmite esa energía. Por eso, otro de los grandes propósitos para el curso escolar debería ser cuidarse: descansar, delegar cuando sea posible y buscar inspiración en otros colegas o proyectos.

Estudiantes: la oportunidad de empezar de cero

El inicio de curso ofrece la sensación de poder reinventarse. Para un alumno, eso significa que no importa si el año pasado fue complicado: siempre hay margen para probar nuevas formas de estudiar, cambiar de actitud y abrirse a nuevas experiencias.

Un truco útil es no quedarse solo en el “quiero sacar mejores notas”, sino definir hábitos concretos: repasar apuntes 15 minutos cada día, preguntar las dudas en clase, organizar el material con antelación. Pequeñas acciones que, repetidas, construyen grandes resultados.

Actividad sí, sobrecarga no

Uno de los errores más comunes al inicio de curso es llenar las tardes de actividades extraescolares, proyectos y compromisos. Está bien fomentar la curiosidad y la formación integral, pero no a costa de la salud mental.

Aquí es donde las familias juegan un papel fundamental. Escuchar a los hijos, preguntarles qué disfrutan de verdad y dejarles también tiempo libre para descansar o jugar es tan importante como cualquier actividad académica.

Niño en el suelo montando un juego mecanico

Propósitos compartidos: familia y escuela

Los mejores propósitos son los que se construyen en equipo. Profesores, estudiantes y familias pueden compartir objetivos: respetar tiempos, valorar el esfuerzo y mantener la comunicación abierta.

Y para terminar… si la rutina te está siendo difícil…canta, verás que mejora. Puedes leer sobre el tema en este artículo: “Canta y tus males espanta”. Además os dejamos un enlace con una playlist que seguro que te anima.

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